jueves, 11 de diciembre de 2014

Estudio "Accidentalidad en el Medio Natural en la provincia de Huesca"

Os adjuntamos a continuación un artículo con algunas de las conclusiones obtenidas durante el estudio que llevamos a cabo en el verano de 2014 estudiando los accidentes en el medio natural en la provincia de Huesca. Esperamos que sea de vuestro interés.

Algo seguimos haciendo mal cuando la principal noticia que ofrecemos continuamente sobre nuestras montañas son los accidentes. Año tras año vemos como aumentan el número de intervenciones de los equipos del Greim en nuestras cordilleras. Y parece que con eso nos conformamos: prevención que no funciona, mala imagen pública de las actividades en el medio natural, y los profesionales del rescate y la asistencia sanitaria trabajando a destajo, aun con las sombras que algunos se empeñan en crear sobre su futuro.

Durante el verano de 2014 he realizado, de acuerdo con la Gerencia del Salud en la provincia y la inestimable colaboración del personal de los centros de salud y hospitales, un estudio sobre accidentes encuestando a las personas que acudían a los centros públicos para su tratamiento tras sufrir un accidente en actividades deportivas en el medio natural. 

 


Los resultados obtenidos han sido especialmente alarmantes pues realizan una radiografía que ha de hacer recapacitar y mucho tanto a los poderes públicos como a los distintos entes intervinientes en el medio. El 90% de los atendidos en los hospitales y centros de salud altoaragoneses son personas procedentes de fuera de Aragón. Es incomprensible que siga sucediendo esto con nuestros turistas y visitantes, uno de los principales activos sociales y económicos de la comunidad.


El estudio desprende varios datos preocupantes para los que no caben soluciones tardías ni parciales. Hay que afrontar este reto con el esfuerzo conjunto de toda la sociedad (montañeros, montañeses, profesionales, amateurs, públicos y privados,…). Nos alarmamos cuando se anuncia el número de rescates anuales o de temporada que proporciona la Guardia Civil; ojala eso fuera motivo de alarma y no la punta de un iceberg de proporciones colosales. Estos rescates suponen únicamente el 10% de las personas que sufren un accidente en actividad deportiva; estamos hablando de unas 2.500 personas que sufren accidentes de mayor o menor gravedad, ¡solo en la campaña estival!


Es destacable además que tanto en número de rescates como de accidentados las actividades deportivas con más siniestralidad son las más sencillas (técnica y físicamente): senderismo y excursionismo.


Los datos todavía más preocupantes al abordar la cuestión de las actividades guiadas: más del 30% de los encuestados atendidos por los servicios sanitarios participaba en una actividad guiada por una empresa o un profesional del turismo activo. Otra muestra más de que algo no se está haciendo bien en nuestro sector turístico.


Otro de los datos preocupantes es el alto número de menores lesionados (un 14% del total de los encuestados); este porcentaje aumenta hasta un 32% en la horquilla de los menores de 25 años. Fallamos por la base y es un déficit que difícilmente recuperaremos en el futuro.

Si aspiramos a que nuestras montañas sean el motor turístico que pretendemos tanto las instituciones públicas (muy especialmente) como las privadas han de comenzar a plantearse que a la oferta de comunicaciones, gastronomía, hostelería, cultural, … hay que añadirle seriamente una política de ocio deportiva que vaya más allá de la creación de instalaciones e infraestructuras y englobe, seriamente, a los profesionales implicados, aspectos formativos y de prevención y una especial sensibilidad por la seguridad global de los visitantes.

Tenemos ejemplos y hay procesos en funcionamiento que están demostrando aciertos, y errores. Solo queda ponerse decididamente manos a la obra. Algunos en ello estamos.


















martes, 2 de diciembre de 2014

Accidentes y Responsabilidad: La viga en el ojo propio



Desde hace unos años parece que una de las palabras que van indisolublemente unidas a los términos "montaña" o "montañero" es ACCIDENTE. Constantemente el mundo de las actividades en el medio natural viene asociado en los medios de comunicación a los rescates, búsquedas, accidentes y demás desgracias; transmitiéndose de este modo una imagen oscura y poco atrayente que, a mi juicio, no tiene nada que ver con la realidad de estos deportes.

Imagen de un rescate en el valle de Chamonix

Esta accidentalidad tan resaltada en los medios tiene, en algunos aspectos, un perfil bastante claro y ante el que es mas que evidente que hay que poner nuevas medidas o cambiar las actuales para disminuir estos hechos: actividades sencillas, personas menores de 30 años, no federados y cuyo accidente tiene, al menos, un precursor en la falta de planificación de la actividad es el prototipo de accidentado en el medio natural.

Existen otros foros para tratar estos asuntos, pero desde aquí queremos, hoy destacar uno de los efectos colaterales de estos accidentes: la judicialización de las actividades de montaña y la cada vez mas reclamada responsabilidad por los daños derivados de estos accidentes. Si el mundo de la montaña ha entrado de lleno en la sociedad es lógico que esta conexión sea bidireccional y por tanto haya una exigencia social que se traspasa al mundo de la montaña. La preocupación por las coberturas de los seguros y su conveniencia para las actividades que se realizan, o la gran expectación, y preocupación, que detectamos en las formaciones que damos en clubes y federaciones sobre estos temas son algunos de los reflejos de las inquietudes y respuestas que estas "nuevas costumbres" han planteado al mundo de la montaña.

 
Momento de una charla sobre Responsabilidad
La Responsabilidad en nuestras actividades tiene su base jurídica en el artículo 1902 del Código Civil "El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado". Supone, a grandes rasgos, que habrá de indemnizar a quien sufre un daño (físico y/o material) en el desarrollo de cualquier actividad salvo que se demuestre que es por culpa exclusiva del propio perjudicado. Y es lógico que, en una sociedad cada vez más informada y con mayor facilidad de acceso a la justicia, los perjudicados, o sus herederos o representantes legales, pretendan satisfacer esos derechos que consideran vulnerados.

Hay en otro aspecto de nuestro trabajo en el que también hemos notado este aumento de la judicialización de la vida deportiva. Cada día se nos reclama, profesionalmente, más a menudo para participar como peritos en juicios por accidentes. En nuestro caso añadimos al conocimiento práctico y técnico de distintas modalidades deportivas un importante y determinante conocimiento jurídico de manera que ofrecemos al juez una visión clara y objetiva de un mundo que, normalmente, desconocen por completo.

La actividad del perito es, en muchas ocasiones, fundamental para determinar la existencia o no de responsabilidad en estas actividades. 

¿Cuantas veces hacemos caso a las señales?

Sin embargo, una de las cuestiones que más me llama la atención cuando participo en juicios es la nula capacidad de autocrítica o la incapacidad de reconocer los errores propios que han llevado a la producción del accidente. 

Enlazando esta visión de algunos de los accidentados con el conocimiento de la casuística de muchos accidentes se deducen algunos aspectos que quiero remarcar como posibles ideas para la reducción de los accidentes:

  • La mayoría de los accidentes se producen en actividades sencillas y por errores propios del deportista.
  • La adopción de decisiones erróneas, muchas de ellas generalizadas y repetidas en todas las modalidades deportivas e incluso contrarias a normativas, que no suelen derivar en accidente provocan que no las consideremos equivocadas ni aun después de haber sufrido el accidente.
  • El factor emocional de estos deportes contribuye decisivamente a la creación de situaciones de riesgo que no percibimos como tales.
  • Escasa autocrítica y poca reflexión sobre las propias actividades e incidentes llevan a que estos se repitan y ocasionen accidentes.